Destacado FHB: «Hispanidad»


ELENA DÍAZ-GÁLVEZ PÉREZ DEL PUERTO

Mª TERESA VIDAL VIDAL


Octubre 2021

A lo largo de la historia, el territorio que hoy ocupa España ha sido poblado y disputado por diferentes civilizaciones; los fenicios y griegos fueron los primeros que colonizaron nuestras costas, los cartaginenses y romanos lucharon por su control, los árabes lograron conquistar casi todo el territorio y los sucesivos reyes cristianos establecieron lo que, con el descubrimiento de América, se convertiría en el IMPERIO MÁS GRANDE DEL MUNDO.

La causa del inicio del imperio español, y también del de otros imperios europeos, puede encontrarse en la búsqueda de nuevas rutas para facilitar el comercio de las especias, por la que los europeos sentían una atracción difícilmente justificable y en el deseo de Isabel la Católica de evangelizar nuevas tierras. Pocas fechas han tenido un efecto tan profundo en la historia de la humanidad como aquel 12 de Octubre de 1492 en el que tres carabelas capitaneadas por Cristóbal Colón, en su búsqueda de una ruta a Asia por el oeste, desembarcaron en Guanahani, la isla que fue bautizada como San Salvador y que resultó ser parte de un nuevo continente. Este descubrimiento dio origen a una era de expansión de la civilización europea en la que los reinos de la península ibérica participaron activamente.

El lema oficial de España PLUS ULTRA (del latín, Más allá) fue utilizado por primera vez en 1516 por Carlos I de España y desde entonces se ha mantenido hasta llegar a nuestros días.

Explorando el Atlántico en busca de nuevas rutas comerciales

Hasta el comienzo de la Edad Contemporánea, a finales del Siglo XVIII, y ya desde épocas remotas, en las sociedades europeas existía una gran atracción por las especias que llegaban de Asia. Fue esa gran demanda la causa por la que ya los romanos, y posteriormente Portugal y Castilla seguidos por los Países Bajos e Inglaterra, se embarcaron en una sucesión de audaces expediciones en la búsqueda de nuevas rutas para conseguir controlar su comercio. Si bien la razón de la fascinación de los europeos por las especias no está clara, y se apunta a su uso como agentes conservadores de alimentos, su uso medicinal o como medio de pago, fue ese extraordinario interés, el incentivo para financiar los viajes que permitieron a Europa occidental conocer nuevos territorios y dar inicio a los imperios europeos.

Aunque existen datos que indican que las especias eran muy valoradas ya a finales del tercer milenio antes de Cristo, y utilizadas por egipcios, fenicios y griegos quienes comerciaban con ellas en el Mediterráneo, fueron los romanos los primeros que establecieron rutas permanentes para su comercio con Asia. En Roma se conocía la existencia de China y se sabía que las especias más valiosas llegaban de territorios al este de la India, pero sus expediciones marítimas no llegaron más allá del rio Ganges. En la India, los barcos romanos intercambiaban oro, plata, estaño, el valioso coral del mediterráneo y manufacturas del imperio como vino, vidrio y objetos decorativos por especias, especialmente grandes cantidades de pimienta, marfil, piedras preciosas, muselina y conchas de tortuga. Detalles del viaje desde puertos egipcio-romanos hasta la India, con la descripción de los diferentes puertos y oportunidades de comercio, se encuentran en un texto griego conocido como Periplo del Mar Eritreo datado a mediados del siglo I d.C. y de autor desconocido.

Rutas descritas en el Periplo del Mar Eritreo.
(George Tsiagalakis / CC-BY-SA-4 licence)

A partir de principios del siglo IV, con la división del imperio romano, el comercio de especias pasó a ser controlado desde el Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) gracias a la posición privilegiada de su capital, Constantinopla. Sin embargo, la expansión islámica tanto en Asia Central como en el sur del mediterráneo imposibilitó el mantenimiento de las rutas desde los territorios cristianos y causó un exagerado aumento de precio de los productos transportados por esas rutas, especialmente la pimienta. El interés en volver a controlar estas rutas representa el trasfondo económico que, con el pretexto de recuperar los lugares santos, dio lugar a las Cruzadas.

El auge de ciudades italianas como Pavía y Venecia junto con las invasiones mongolas que debilitaron el poder militar musulmán, permitieron el resurgir de las rutas comerciales desde Europa y que comerciantes como Marco Polo (en la segunda mitad del siglo XIII) volvieran a utilizar la antigua ruta de la seda facilitando el contacto entre Oriente y Occidente que ya se había dado en la Antigüedad.

La caída de Constantinopla en poder de los turcos en 1453 tuvo como consecuencia la pérdida, otra vez para Europa, de las rutas comerciales con Asia que pasaron a ser controladas por el Imperio Otomano. La necesidad de encontrar nuevas rutas llevó al pequeño reino de Portugal, con una larga tradición marítima y naval y una extensa costa en el océano Atlántico a tomar la iniciativa en expediciones hacia África. Previamente, marinos ligures (ya en el siglo XIII) y de la Corona de Aragón a comienzos del siglo XIV habían comenzado a cruzar el estrecho de Gibraltar y explorar el Atlántico alejándose de las habituales rutas costeras.

La primera de las expediciones portuguesas durante el reinado de Juan I llevó a la conquista de Ceuta en el año 1415 y al establecimiento de una colonia que permitió a Portugal reforzar su posición comercial frente a otras potencias de la época como Génova o Venecia. Fue el hijo de Juan I, el príncipe Enrique, conocido como Enrique el Navegante, quien por intereses principalmente comerciales impulsó los viajes en busca de una nueva ruta de las especias bordeando África. Los marinos portugueses van descubriendo la costa atlántica africana; Gil Eanes supera el cabo Bojador en 1434 y Bartolomé Díaz, bordea el extremo sur de África navegando a través del Cabo de las Tormentas (luego rebautizado como de Buena Esperanza) llegando al Océano Índico en 1488.

Mientras Portugal había consolidado su liderazgo en la era de los descubrimientos, el vecino reino de Castilla consiguió disputar esta posición a los portugueses gracias a la importante contribución de Cristóbal Colón.

Se cree que Colón llegó a Portugal en 1476 como superviviente de un naufragio en un combate naval entre buques mercantes y corsarios y allí contrajo matrimonio y actuó como agente comercial realizando frecuentes viajes en los que fue adquiriendo conocimientos marinos. Su vida en una sociedad dedicada a la exploración del Atlántico y en concreto a la búsqueda de nuevas rutas para llegar a la tierra de las especias le permitió concebir y madurar lo que el mismo Colón denominó “la empresa de las indias”; llegar a Extremo Oriente por una ruta radicalmente distinta a la utilizada habitualmente sorteando África, navegando hacia el oeste, a través del Atlántico.

Colón lo denominó “la empresa de las indias”; llegar a Extremo Oriente por una ruta radicalmente distinta a la utilizada habitualmente sorteando África, navegando hacia el oeste, a través del Atlántico.

Colón estaba especialmente interesado en las teorías geográficas de la época. Su idea de alcanzar la India y las misteriosas islas de las Especias o la Especiería (las actuales Islas Molucas, única región donde se producía nuez moscada y clavo de olor), navegando hacia el oeste se basaba en los conocimientos sobre la esfericidad de la tierra, la teoría de un océano único que podía atravesarse navegando hacia Occidente y las dimensiones atribuidas al globo terráqueo, algunas de las cuales se demostraron erróneas con posteridad.

Imago Mundi del teólogo francés Pierre d’Ailly fue uno de los tratados geográficos más importantes del final de la Edad Media e influyó en la idea de Colón de navegar a través del Atlántico para llegar a la India.
(https://www.facsimilefinder.com/facsimiles/imago-mundi-facsimile)

Para poder llevar a cabo un proyecto de tal envergadura era necesario contar con el apoyo de un rey o de un noble poderoso que respaldase y financiase el proyecto. Por ello, Colón se dirigió al rey de Portugal, Juan II, quien, tras analizarlo con una junta de expertos, rechazó el plan, tanto por las compensaciones económicas y políticas exigidas por Colón que parecían excesivas, como por considerar incorrectas algunas de las presunciones científicas del proyecto. Después de fracasar con Portugal, Colón se planteó ofrecerlo a otras coronas europeas, pero finalmente concentró sus esfuerzos en la vecina Castilla, no sólo por razones de proximidad sino también porque la joven reina Isabel, casada con el rey Fernando de Aragón, ambicionaba expandir los dominios de su reino.

Su idea de alcanzar la India y las misteriosas islas de las Especias o la Especiería navegando hacia el oeste, se basaba en los conocimientos sobre la esfericidad de la tierra, la teoría de un océano único que podía atravesarse navegando hacia Occidente y las dimensiones atribuidas al globo terráqueo

Colon llegó a Castilla en 1485 y las primeras impresiones sobre su proyecto no fueron favorables y este fue desestimado en más de una ocasión. No están claras las causas de las primeras negativas a las aspiraciones de Colón, aunque diferentes autores apuntan a la oposición de Isabel la Católica a incumplir los términos del tratado de Alcaçovas (1479), que repartía los dominios del Atlántico entre Castilla y Portugal, y al hecho de que los Reyes Católicos no querían invertir recursos en otro proyecto que no fuese la conquista del reino de Granada. Tras varios años difíciles en los que Colón presentó su iniciativa a los reyes de Portugal, Francia e Inglaterra, finalmente los Reyes Católicos aceptaron el proyecto y los términos del mismo, con grandes concesiones a Colón, quedaron recogidos en las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas el 17 de Abril de 1492. La decisión final favorable, que no llegó hasta la toma de Granada por los Reyes Católicos, parece que fue debida a una mezcla de argumentos económicos por las inmensas ganancias que se podían obtener y motivos de índole política incluyendo la intención de acorralar al islam y la posibilidad, contemplada especialmente por la reina, de convertir a un numero inimaginable de ánimas a la religión verdadera.