Destacado FHB: «Redescubriendo a Florence Nightingale»
LA LABOR DE FLORENCE NIGHTINGALE
Hospital de Harley
Su primer empleo fue en 1852 en el hospital para mujeres en Harley Street, un hospital de Londres en el que su innovadora y eficiente forma de trabajo junto con sus conocimientos científicos y capacitación, impresionaron tanto, que muy pronto, en agosto de 1853, a la edad de 33 años, se convirtió en supervisora de enfermeras. Con el paso del tiempo y los nuevos métodos de Nightingale, el pequeño sanatorio se convirtió en uno de los mejores hospitales de Inglaterra.
Alrededor de esos años, Florence también trabajó como voluntaria en un hospital de Middlesex luchando con un brote de cólera y condiciones insalubres que conducían a la rápida propagación de la enfermedad. (Este hecho se refleja en la serie de televisión británica «Victoria», donde Florence Nightingale es interpretada por la actriz Laura Morgan)
Guerra de Crimea
En octubre de 1853, estalló la Guerra de Crimea (1853-1856), enfrentamiento bélico entre el Imperio Ruso y la coalición formada por Francia, Gran Bretaña, el Imperio Otomano y reino de Piamonte – Cerdeña. Miles de soldados británicos fueron enviados al Mar Negro, donde los suministros disminuyeron rápidamente. Después de la Batalla de Almá, Inglaterra estaba conmocionada por el abandono de sus soldados enfermos y heridos, quienes no solo carecían de suficiente atención médica debido a que los hospitales tenían una escasez de personal, sino que también languidecían en condiciones terriblemente insalubres.
Al escuchar las horribles historias y noticias sobre los heridos y las condiciones en que eran tratados, Florence envió una carta a Sidney Herbert, Secretario de Estado para la Guerra, ofreciendo sus servicios como voluntaria. Gracias a su amistad con él, recibió respuesta afirmativa. Florence Nightingale partió desde Londres con un grupo de 38 enfermeras de varias órdenes religiosas y navegó con ellas a Crimea. Fue la primera vez que se permitió que mujeres sirvieran oficialmente en el ejército.
El 4 de noviembre de 1854, Florence y las 38 voluntarias, católicas y protestantes, llegaron a Scutari (Üsküdar), hoy un barrio de Estambul. Aunque habían sido advertidas de las horribles condiciones allí, nada podría haber preparado a Nightingale y sus enfermeras para lo que vieron cuando llegaron. Lo que encontraron en el hospital base en Constantinopla donde ingresaban los combatientes británicos fue absolutamente dantesco. El hospital se asentó encima de un gran pozo negro que contaminó el agua y el edificio en sí. Los pacientes yacían en camillas esparcidas por los pasillos sobre un suelo mugriento, la lluvia se colaba por el techo, apenas había agua potable, las instalaciones estaban plagadas de parásitos, la suciedad rebosaba por doquier y la comida era lamentable.
Los suministros más básicos, como vendas y jabón, se hicieron cada vez más escasos a medida que aumentaba el número de enfermos y heridos. Incluso el agua necesitaba ser racionada. Morían más soldados por enfermedades infecciosas, como fiebre tifoidea, difteria y cólera, que por las lesiones sufridas en la batalla. Florence mejoró enormemente las condiciones sanitarias del hospital. Se elogió su figura de “ángel cuidador”, pero su verdadero papel fue organizando.
Adquirió cientos de cepillos para fregar y le pidió a los pacientes menos enfermos que fregaran el interior del hospital de piso a techo. Florence y su equipo trabajaron duro con la limpieza y también con la dieta que debían seguir los enfermos. Instituyó una «cocina de inválidos» donde se preparaba comida apetecible para pacientes con necesidades dietéticas especiales. También estableció una lavandería para que los pacientes tuvieran ropa de cama limpia, así como un aula y una biblioteca para estimulación intelectual y entretenimiento. Además, con la autoridad que le daba ser directora, consiguió que ingenieros militares arreglaran las fugas de agua y mejorara su potabilización.
Ni los mejores esfuerzos pudieron reducir el total de muertes, que aumentaba sin cesar y alcanzó 4.000 en un solo invierno. Aunque Florence había logrado que el hospital fuera más eficiente, no era menos mortal. Horrorizada por la pérdida de vidas, sus comentarios e ideas fueron escuchados por la reina Victoria I, quien apoyó los planes de Nightingale en relación a la reforma de servicio médico militar. Con el respaldo de la Reina, persuadió al gobierno de establecer una comisión para investigar la salud del ejército.
En la primavera de 1855, el gobierno británico envió una comisión sanitaria para investigar las condiciones en Scutari. Descubrió que el hospital militar estaba construido sobre una cloaca, por lo que los pacientes estaban tomando agua contaminada. La solución fue limpiar los vertederos contaminantes y mejorar la ventilación en ese hospital y otros. Y el resultado: menos muertos.
El reconocido estadístico William Farr junto con John Sutherland, de la comisión sanitaria, le ayudaron a analizar vastas cantidades de datos complejos, y la verdad que revelaron fue impactante: la causa de 16.000 de las 18.000 muertes no fueron heridas sufridas en batallas sino enfermedades prevenibles, cuyo contagio se debía a la falta de higiene. Florence creó el diagrama de rosa para presentar su estadística sanitaria, una forma fácil de explicar las defunciones, esta representación indicaba un descenso de un 99% de las muertes tras la labor de la comisión sanitaria.
En 1856 finalizó la guerra dando la victoria a la coalición en la que Gran Bretaña era miembro. Nightingale había permanecido en Scutari durante un año y medio, se fue una vez que se resolvió el conflicto y regresó a la casa de su infancia en Lea Hurst. Después de que los detalles de su duro trabajo llegaron a la prensa, se convirtió en una figura muy querida y popular en todo el Reino Unido y para su sorpresa, fue recibida con la bienvenida de un héroe, recibimiento que la humilde enfermera hubiese querido evitar. Le gustaba tan poco la popularidad que a su vuelta viajó bajo el pseudónimo de Miss Smith.
La Leyenda de «La Dama de la Lámpara»
Florence pasaba cada minuto de vigilia cuidando a los soldados. Por las tardes se movía por los pasillos oscuros llevando una lámpara mientras hacía sus rondas, atendiendo paciente tras paciente. La prensa, como The Times, reseñaba las penosas condiciones de los soldados y en un artículo creó la leyenda de “la Dama de la Lámpara”, quien durante la noche cuidaba incansablemente a los heridos del hospital británico en Scutari. Los soldados enfermos, conmovidos y consolados por los cuidados y compasión de Florence, además de «La Dama de la Lámpara» la bautizaron también con el sobrenombre de «El Ángel de Crimea» y empezaron a llamar «Ruiseñores» a las enfermeras, por el significado del apellido de Florence.
En su honor se escribieron multitud de poemas, canciones y obras de teatro. Tal fue su popularidad, que su familia recibió un mar de poemas que los admiradores enviaban a Florence y la imagen de la «Dama de la Lámpara» fue impresa en bolsos y souvenirs. A Florence nunca le gustó ser célebre pero aprovechó su popularidad en beneficio de la sociedad y del ejército para seguir salvando vidas y promoviendo la causa para la que estaba determinada.
«Esta lámpara turca o fanoos, se usó en Scutari durante la guerra de Crimea. Es el mismo diseño tradicional que los utilizados por Florence en sus rondas nocturnas de las salas. La imagen de ella sosteniendo tal lámpara dio lugar a la leyenda de ‘La dama de la lámpara’: un ángel guardián de las tropas. Los artistas a menudo la mostraron erróneamente sosteniendo una lámpara griega o una lámpara genio» (Museo Florence Nightingale)
Su aportación a una incipiente Salud Pública
Siguiendo las corrientes higienistas de un incipiente concepto de salud pública que luego arraigaría en Gran Bretaña, Florence cambió los hospitales militares: acabó con las camas compartidas por soldados vestidos con sus sucias ropas, consiguió ropa de cama, habilitó una lavandería, hizo alejar el vertedero y logró ventilar las salas y mejorar la alimentación de los enfermos. Mediante una actividad frenética, logró con éxito la reforma de los servicios de sanidad militar británica, la extensión progresiva de su modelo a los servicios de salud civil, lo que hoy llamamos salud pública.
Fue autoridad en asuntos de saneamiento público en India tanto para militares como para civiles, aunque nunca había estado en India y a lo largo de la Guerra Civil de los EEUU, fue consultada con frecuencia sobre cómo administrar mejor los hospitales de campaña.
En 1858 Florence publicó el libro «Notas sobre la sanidad, la eficacia y la administración hospitalaria en el ejército británico«, ahondando sobre lo observado en la Guerra de Crimea. En 1859 publicó sus más famosos libros, «Notas sobre enfermería» y «Notas sobre hospitales». Para la década de 1880, el conocimiento científico había avanzado de manera que respaldaba aún mas las ideas reformistas de Florence. Como muchos practicantes de la medicina, para ese entonces ella también aceptaba la teoría de los gérmenes o teoría microbiana de la enfermedad.
En 1860 fundó la Escuela de Entrenamiento para Enfermeras Nightingale
En 1855, la Reina VIctoria había recompensado el trabajo de Nightingale con la entrega de un broche grabado que se conoció como la «Joya Nightingale» y al otorgarle un premio de £ 250,000 del gobierno británico. Su trabajo durante las décadas siguientes ayudó a establecer la enfermería como una carrera respetable para las mujeres y a mejorar los hospitales, para que se volvieran lugares limpios y espaciosos en los que los pacientes se pudieran recuperar. En 1860, Nightingale decidió usar el dinero para promover su causa y fundó una escuela de enfermería en su nombre, la «Escuela de Entrenamiento para Enfermeras Nightingale», en el el Hospital St. Thomas, una escuela donde se capacitó a muchas de las mejores enfermeras del siglo XIX. Hoy en día, todavía existe como una escuela académica dentro del King’s College de Londres. Florence se convirtió en una figura muy admirada y las mujeres jóvenes aspiraban a ser como ella. Ansiosas por seguir su ejemplo, incluso las mujeres de las clases altas adineradas comenzaron a inscribirse en la escuela de formación, la enfermería ya no estaba mal vista por ellas, de hecho, había llegado a ser considerada como una vocación honorable.
El final de su etapa como enfemera
En el transcurso de la década de 1860, Florence Nightingale dejó de ejercer como enfermera, pues el esfuerzo realizado en Crimea la afectó profundamente. Mientras estuvo en Scutari, Nightingale había contraído la infección bacteriana brucelosis, también conocida como fiebre de Crimea, y nunca se recuperaría por completo. Poco después del regreso de Crimea, con 38 años, empezó a sufrir problemas de salud, estaba confinada en su hogar y habitualmente postrada en cama desde donde continuó su trabajo.
Luchó por mejorar los servicios sanitarios examinando datos estadísticos desde su lecho de enferma, realizando trabajos pioneros que se propagaron por el mundo. Trabajando en la mejora del servicio, creó un Modelo de Estadística Hospitalaria por medio del cual se recolectaba información sobre los pacientes y se generaban estadísticas sobre el funcionamiento. Residiendo en Mayfair, siguió siendo una autoridad y defensora de la reforma del cuidado de la salud, entrevistando a políticos y dando la bienvenida a distinguidos visitantes desde su cama.
El final de su vida
En agosto de 1910, Nightingale cayó enferma, murió en su casa de Londres a la edad de 90 años, el sábado 13 de agosto.Había expresado el deseo de que su funeral fuera un asunto tranquilo y modesto. Pese al deseo de tantos por honrar a Florence Nightingale, respetando sus última voluntad, sus familiares rechazaron un funeral nacional así como el ofrecimiento para un entierro nacional en la abadía de Westminster, donde Florence hubiera reposado junto a personalidades como Newton, Dickens, David Livingstone, Rudyard Kipling…. La «Dama de la lámpara», de acuerdo con sus últimos deseos, fue enterrada en la parcela de su familia en la iglesia de St. Margaret, East Wellow, en Hampshire, Inglaterra.
La Real Cruz Roja es una condecoración militar, concedida en el Reino Unido por servicios excepcionales en la profesión de enfermería militar. El premio fue establecido el 23 de abril de 1883 por la reina Victoria 1883 y fue otorgada por primera vez a la fundadora de enfermería moderna, Florence Nightingale. Tres años antes de morir, en 1907, como recompensa por sus extraordinarios servicios, el Rey Eduardo VII había otorgado a Florence Nightingale la Orden del Mérito, siendo la primera mujer en recibir este reconocimiento entregado por servicios extraordinarios en el ámbito del ejército, la ciencia, el arte o la literatura. En 1908 le fueron otorgadas las Llaves de la ciudad de Londres.
En 1883 Florence fue la primera persona en recibir la Real Cruz Roja,
otorgada por de la reina VIctoria IEn 1907 Florence fue la primera mujer en recibir la Orden del Mérito,
otorgada por el rey Eduardo VII