«Old Herbaceous«, de Reginald Arkell
A CLASSIC BRITISH NOVEL OF THE GARDEN (1950)
Old Herbaceous is a classic British novel of the garden, with a title character as outsized and unforgettable as P. G. Wodehouse’s immortal manservant, Jeeves. Born at the dusk of the Victorian era, Bert Pinnegar, an awkward orphan child with one leg a tad longer than the other, rises from inauspicious schoolboy days spent picking wildflowers and dodging angry farmers to become the legendary head gardener «Old Herbaceous,» the most esteemed flower-show judge in the county and a famed horticultural wizard capable of producing dazzling April strawberries from the greenhouse and the exact morning glories his Lady spies on the French Riviera, «so blue, so blue it positively hurts.»
Sprinkled with nuggets of gardening wisdom, Old Herbaceous is a witty comic portrait of the most archetypal—and crotchety—head gardener ever to plant a row of bulbs at a British country house. (Wikipedia)
Recuerdos de un jardinero inglés es una novela británica clásica del jardín, con un personaje tan descomunal e inolvidable como el inmortal criado de P. G. Wodehouse, Jeeves. Bert Pinnegar, un difícil niño huérfano con una pierna un poco más larga que la otra, nació en el crepúsculo de la era victoriana, que supera los difíciles días de colegial que pasaba recogiendo flores silvestres y esquivando a granjeros enojados para convertirse en el legendario jardinero principal «Viejo herbáceo», el juez de concursos florales más estimado del condado y un famoso mago de la horticultura capaz de producir deslumbrantes fresas de abril de invernadero y las campanillas exactas que su Señora espía en la Riviera francesa, «tan azul, tan azul que realmente duele».
Salpicado de pepitas de sabiduría en jardinería, Old Herbaceous es un ingenioso retrato cómico del jardinero principal más arquetípico —y cascarrabias— que jamás haya plantado una hilera de bulbos en una casa de campo británica. (Wikipedia)
«Old Herbaceous» ⎜ «Recuerdos de un jardinero inglés»
PODCAST Andrés Amorós recomienda Recuerdos de un jardinero inglés, de Reginald Arkell
guionista y novelista británico (1881 – 1959)
Ester Vallejo, Librería Jurídica Lex Nova (Madrid)
Una propuesta amable. Se trata de una novela publicada recientemente por la editorial Periférica cuyo título, Recuerdos de un jardinero inglés, nos da bastantes pistas. Su autor, Reginald Arkell, guionista y novelista inglés, vivió también los años que se narran en esta historia. Fue publicada en los años 50 bajo el título Old Herbaceous –que hace referencia al mote que los chicos del pueblo asignan al protagonista– y se ha convertido ya en un clásico de la literatura inglesa moderna.
Se trata de una historia sencilla y precisamente ahí radica su mayor interés, en ella un octogenario en la etapa final de su vida rememora su periplo vital contándonos el discurrir de una vida tranquila, sin grandes sobresaltos, una vida consagrada exclusivamente a su gran pasión: la jardinería.
El protagonista fue un niño solitario enamorado de las flores silvestres que a lo largo de su vida tuvo la suerte de encontrar quien le estimulara para finalmente poder dedicar todos sus esfuerzos y conocimientos al trabajo paciente y meticuloso del cuidado de un jardín, pues acaba siendo, nada más y nada menos que jardinero jefe en una gran mansión. Es ésta una típica mansión inglesa, en un típico pueblecito inglés al que no le falta nada para serlo: un párroco, una maestra de escuela, unos vecinos rebosantes de virtudes y defectos a partes iguales y, por supuesto, unos concursos florales que son la envidia del condado. Leemos esta historia inmersos en un jardín maravilloso, nos rodean dalias, campanillas, tulipanes silvestres, orquídeas, gordolobos… pero sobre todo las páginas de este libro rebosan color: rojos vivos, amarillos intensos, suaves violetas y azules tan bellos que “llegan a doler”… Hay algo hermoso, por obvio, en esta novela, ni todos los patronos son tiranos despreciables, ni todos los trabajadores de estrato social inferior son grandes personas por el solo hecho de provenir de una capa social inferior y haber tenido una vida más difícil, los matices son comunes y a pesar de ello es posible el entendimiento.
Además de esta bonhomía que impregna toda la novela y que resulta tan oportuna hoy día, en algunos momentos el autor “colorea” más aún su texto con breves muestras de humor, un humor que recuerda las novelas de otro ilustre de las letras inglesas, P.G. Wodehouse.
Volviendo a la historia de este jardinero, transcurre ésta entre las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del XX. La sombra de las dos guerras mundiales se deja entrever a lo largo de la historia –a pesar de que el protagonista no participa activamente en ellas a causa de una leve cojera de la infancia– recordándonos que el caos acecha siempre cualquier paraíso, por protegido que éste se halle. Transcurridos los años de vacío, de nuevo el jardín vuelve a resurgir y el color una vez más lo impregna todo, narcisos, crisantemos, buganvillas, plumbagos, belle de nuit… y es que, nos dice Arkell, “si los jardineros pudieran reunirse y aclarar las cosas, se acabarían los problemas del mundo”.
Resulta éste un libro inspirador –la sugerente ilustración de la cubierta ya por sí sola lo es–, una ruptura momentánea con la realidad, un pequeño paréntesis de abandono, de dejarse llevar. Como es sabido, es ésta una de las grandezas de la literatura, la posibilidad de habitar mundos distintos, de vivir vidas intensas, complejas a veces, dramáticas incluso, pequeñas sacudidas de conciencia, y, a la vuelta de la esquina, encontrarnos con textos como éste, un texto aparentemente sin grandes pretensiones, un libro que entretiene, provoca sonrisas y reconforta. Probablemente no resolvamos los grandes problemas de la humanidad con la lectura de este libro (¿o sí?) pero lo que sí es seguro es que le sentará muy bien a nuestro espíritu y eso, en los tiempos que corren, es mucho.
Sinopsis de RECUERDOS DE UN JARDINERO INGLES
Si un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo, éste hace realidad como ningún otro ese proverbio árabe, pues recrea la historia de uno armonioso y encantador, un verdadero vergel: narcisos, orquídeas, y dalias brotan de sus páginas, cultivadas con mano maestra por el inefable Herbert Pinnegar, responsable del jardín de la mansión de los Charteris. Con Pinnegar aprendemos que la paciencia, la tenacidad y la gratitud son virtudes necesarias para quien está expuesto al rigor de las estaciones y a los esplendores fugaces, ¿acaso no querríamos un mundo en el que todos lleváramos un jardinero dentro? Publicado en 1950 la idea del jardín supondrá el contrapunto en una sociedad que acaba de superar una guerra: un lugar de ensueño, una metáfora de la buena vida y una promesa de felicidad.