FHB entrevista a MIRIAM GONZÁLEZ DURÁNTEZ
Miriam González Durántez, abogada especialista en comercio internacional y reglamentación europea. Socia en la firma jurídica internacional Cohen and Gresser. Fundadora y presidenta de Inspiring Girls International.
No importa los años que lleve en el extranjero que sigue “conectada” a España, sin perder sus raíces. Con más de 25 años de experiencia profesional en el área de comercio internacional y reglamentación europea, su vida ha transcurrido entre Bruselas, Reino Unido y ahora Estados Unidos donde reside con su familia en Silicon Valley. Columnista habitual en prensa española y británica, conferenciante y participante en foros internacionales, autora de los libros ‘Devuélveme el Poder’ y ‘Made in Spain’ y de múltiples artículos, Miriam González Durántez nos habla de comercio internacional, política, tecnología, compromiso social, cultura, siempre con la vista hacia el futuro y donde declara sentir admiración por las nuevas generaciones.
EUGENIA GUTIÉRREZ
Madrid, abril 2021
El Reino Unido y la Unión Europea anunciaban el pasado diciembre un acuerdo comercial. El primer ministro británico, Boris Johnson, lo calificaba de “un buen acuerdo” y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de «justo y equilibrado”. ¿Cuál es su opinión como experta en comercio internacional?
El acuerdo del Brexit es un acuerdo básico y bastante tradicional. Es muy parecido a los acuerdos que la Unión Europea ha hecho con países como Japón o Vietnam, que están al otro lado de mundo y no tienen el nivel de integración comercial y reglamentaria que tiene el Reino Unido con la Unión Europea. El único elemento innovador es el capitulo sobre ‘reglas de juego’ (level playing field) que es un elemento defensivo por parte de la Unión Europea.
Es poco comprensible que no se haya intentado hacer un acuerdo más amplio, especialmente sobre el sector servicios y reglamentación. Y que no se haya llegado a una relación comercial más estrecha entre países que tienen unos intereses comerciales, reglamentarios y geopolíticos tan cercanos.
De todas formas, como europea, lo que más me preocupa es el efecto de la salida del Reino Unido en Europa. La deriva proteccionista que está tomando la Unión, de la mano de Francia (por ejemplo con respecto a la soberanía de datos, las inversiones extranjeras, o la amenaza de limites a la exportación) sería mucho menor si el Reino Unido todavía fuera miembro de la Unión Europea.
Por ahora no parece haber una línea clara respecto a los servicios financieros ¿Alguna predicción del efecto en la City y en las principales capitales europeas?
Es muy difícil de entender que el Reino Unido haya aceptado abrir todo su mercado de bienes (incluida la agricultura) a la Unión Europea sin haber pedido a cambio un acuerdo profundo sobre los servicios financieros, que es un área de importancia estratégica para el Reino Unido. Confío no obstante en que a nivel reglamentario se puedan ir haciendo acuerdos parciales entre los reguladores. Entre otras cosas porque el regulador británico de servicios financieros va por delante de los reguladores europeos.
Una muy modesta parte del sector financiero de la City se ha desplazado a Frankfurt, Amsterdam, Luxemburgo e Irlanda. Pero a medio plazo el verdadero ganador del Brexit en el sector financiero será Nueva York.
La nueva Administración Biden ha sido bien recibida por la UE ¿Qué cree que puede cambiar en las relaciones comerciales UE-EEUU a corto y medio plazo?
El cambio en Estados Unidos es enorme. No habrá más medidas unilaterales sin informar a otros países como hacía Trump. Ni más bloqueos a la Organización mundial del Comercio. Pero no creo que las relaciones bilaterales comerciales cambien pronto: Biden tiene claro que tiene que centrarse en el plan de vacunas y la recuperación económica. Y solo después de que esas políticas estén encauzadas, puede que empecemos a ver cambios en la parte comercial internacional.
De todas formas, la Unión Europea ha hecho un movimiento extraño, en mi opinión erróneo, anunciando un principio de acuerdo sobre inversión con China justo antes de que tomara posesión Biden. Visto desde Estados Unidos, no parece que Europa esté apostando cien por cien por Biden (lo cual le esta abriendo el camino a Boris Johnson para posicionar al Reino Unido como el aliado natural de Biden con respecto a China).
En su libro ‘Devuélveme el poder’ pide una reforma liberal en España como respuesta al exceso de poder de los políticos en la vida de los ciudadanos. ¿Cuál es su análisis? ¿Qué cambios propone?
Es difícil resumir un libro en un párrafo. Pero básicamente creo que el sistema español, que concentra mucho el poder en los políticos y los partidos y da poco poder a los ciudadanos, es un sistema anticuado que necesita una puesta a punto. Ese sistema tan cerrado tenía sentido en la Transición porque en ese momento era crucial concentrar el poder en una pocas manos para que la Transición no descarrilara. Pero ahora, con el tiempo y el cambio de circunstancias, se ha convertido en un lastre. Yo planteo una serie de reformas amplias que van desde lo complicado (añadirle a nuestra Constitución la parte de ‘controles y garantías’ que le falta; o devolver el poder al sistema judicial que se les quitó a los jueces en 1985 ) hasta lo sencillo (hacer consultas públicas legislativas sistemáticamente; abrir los procedimientos de contratación pública; normalizar el que haya supra-reguladores independientes, proteger por ley a los denunciantes de corrupción, hacer que los parlamentarios pasen un día a la semana en su circunscripción, etc). Muchas de ellas son cosas que se hacen desde hace un montón de tiempo en muchos otros países.
Recientemente ha declarado que la tecnología ‘desagrega el poder’ ¿nos lo explica? ¿es una de las consecuencias de la llamada ‘revolución tecnológica’?
El efecto que más se comenta de la revolución tecnológica es el de la concentración de poder económico. Silicon Valley, donde yo vivo ahora, por ejemplo, ha experimentado una mega concentración de poder económico hasta el punto de que, si California fuera un país, sería el quinto país mas rico del mundo.
Pero por encima de esa concentración de poder económico (que es corregible con reglamentación), hay un efecto mucho más claro y permanente que es el empoderamiento del individuo a través de la tecnología. Cosas que antes dependían de tu posición social o de tener un nivel económico determinado, ahora están al acceso fácil de todos. Tenemos acceso al conocimiento con un simple clic en un buscador, podemos aprender idiomas sin gastarnos mucho dinero en ello, podemos acceder a clases de nivel universitario gratis, hay plataformas que nos ofrecen toda la maquinaria para montar una empresa a cambio de poquísimo dinero, podemos expresarnos como queramos en múltiples medios sin tener que depender de editores de periódicos ni directores de televisiones, podemos hacer publicidad de nuestros productos fácilmente… Todos esos cuellos de botella que existían antes han ido desapareciendo. Y ese poder que antes estaba en los que controlaban los cuellos de botella, se está ahora desagregado en los individuos. Ello hace que lo que es particular al individuo (su talento, su capacidad de trabajo y su capacidad de tomar riesgos) sea cada vez más importante. Y que lo que es accesorio (su clase social, la herencia de la que procede, etc.) cada vez lo sea menos.
En 2013 funda Inspiring girls, una fundación cuyo objetivo es aumentar la autoestima y la ambición de las niñas en edad escolar. Un proyecto que empezó en Reino Unido y que actualmente ya opera en 20 países ¿Qué le motivó a embarcarse en este proyecto?
He experimentado la desigualdad de género múltiples veces a lo largo de mi vida. Hablamos mucho de igualdad de género, pero hacemos poco, y por eso las cosas no cambian: cuando yo era niña en los 70, a mi madre, que era profesora de instituto de mi pueblo en Castilla y León, se le cuestionaba socialmente el que trabajase fuera de casa; cuarenta años más tarde y no en un pueblo de Castilla sino en el Reino Unido, a mí se me cuestionó socialmente el que siguiese trabajando como abogada cuando mi marido fue vicepresidente del gobierno británico.
Lancé Inspiring Girls en el 2013 precisamente para utilizar la exposición mediática a la que me sometió la prensa británica cuando mi marido estaba en el gobierno, para avanzar una buena causa. Mas del 55% de las niñas menores de 21 años se quejan de que no tienen suficiente acceso a mujeres referentes. Pero el mundo esta lleno de mujeres referentes. Mujeres que no salen en las revistas y la televisión, pero que son unas ‘role models’ fantásticas para todas las niñas. El problema no es la escasez de mujeres referentes, sino cómo lograr dar visibilidad a esas mujeres y conectarlas con las niñas. Y eso es lo que hacemos en Inspiring Girls: enseñarles a las niñas todo lo que ya hacen las mujeres, a todos los niveles, de todas las edades y en todas las profesiones. Les animamos a que elijan lo que quieren ser en la vida con libertad, sin presión de los estereotipos de género. Y les animamos a que, una vez que hayan decidido lo que quieren hacer, hagan un esfuerzo para intentar llegar lo mas alto posible, dentro de las capacidades y posibilidades de cada una.
En el 2013 lo lancé en el Reino Unido y en el 2016 internacionalmente. Estamos ya en 20 países, con otros tres a punto de empezar. La verdad es que nos quitan el proyecto de las manos, porque es una idea simple y efectiva. Y porque supone no enzarzarse en discusiones tendenciosas y estériles sobre conceptos académicos o políticos de feminismo, sino hacer algo práctico y concreto que ayuda a la generación siguiente.
¿Qué balance hace de estos años? ¿Qué retos se presentan en el futuro?
Estamos en una larga etapa convulsa, de transición, donde los poderes políticos, económicos e internacionales están cambiando y reposicionándose de forma acelerada. Es algo muy parecido al reposicionamiento de la Revolución Industrial, excepto que ahora (quizás por la propia dinámica de la Revolución Tecnológica) todo va mucho mas rápido, así que cuesta más adaptarse (y también es más fácil quedarse atrás).
Me preocupa muchísimo la enorme fragilidad de Europa. Una Europa que no logra centrarse en enganchase con fuerza al emprendimiento de la revolución tecnológica, porque sigue sin hacer del Mercado Único una realidad tanto analógica como digital. Y donde el coste de Europa recae cada vez más sobre los contribuyentes de menos países: ese desequilibrio es insostenible a medio plazo.
Con respecto a España, me intranquiliza la ligereza con la que hemos aceptado depender para todo de esa Europa tan frágil. No hacemos reformas porque tengamos una estrategia de país, sino porque nos las impone Europa (y aun así, hacemos muy pocas reformas y tarde). España lleva estancada (con episodios ocasionales de retroceso) durante ya más de 15 años (exactamente desde los atentados del 11M). Sé que es algo que no nos gusta oír, porque la élite española se empeña internacionalmente en pretender que siempre va todo bien. Pero hasta que no aceptemos dónde estamos, y también nuestra responsabilidad (por acción o por omisión) en ello, no vamos a salir de ese estancamiento. Uno de nuestros grandes retos es dejar de depender del dinero de Europa. Para un país con el potencial y la fuerza de España, Europa tendría que ser un bonus, una manera de acceder a mayores mercados, de hacer valer nuestra influencia internacional, nuestro talento, de promover nuestros valores; y no solamente una recurrente tabla financiera de salvación.
Ha participado en foros que promovían el conocimiento de la cultura, el idioma y la historia de España y Latinoamérica en Reino Unido. ¿Por qué cree que es importante llevar a cabo este tipo de iniciativas?
En el Reino Unido hay un gran desconocimiento de América Latina. Yo trabajé en el Foreign Office británico durante dos años y una de mis sorpresas fue que algunos de los mapas ni siquiera incluían a América Latina. Personas como Lord Tristan Garel-Jones hicieron una labor ímproba fomentando las relaciones más estrechas entre el Reino Unido, España y América Latina. Apoyaron proyectos empresariales y culturales que han sembrado el terreno para una mayor cercanía también en el ámbito político internacional. Pero todavía queda camino que recorrer.
Y también queda mucho por hacer en la relación entre el Reino Unido y España. Ha habido ministros de exteriores que miraban al Reino unido y solo veían Gibraltar, pero tenemos muchísimos intereses comunes. La red de servicios financieros británicos, por ejemplo, sustenta el andamiaje financiero de muchísimas empresas españolas.
Se dice que uno es de donde vive y se hace, no de donde nace. ¿Cuánto de verdad tiene o no este dicho para una española que ha residido en Bruselas y Londres y actualmente vive en EEUU? ¿Qué aprendizaje se lleva de cada una de estas etapas?
Siempre he intentado aprender de lo que ocurría en todos los países con los que he trabajado o en los que he vivido. Y hacerlo sin perder mis raíces y sin desconectarme de España. Muchas veces me han dicho en el extranjero, incluso en la prensa, que soy ‘muy española’. A mi eso es algo que me llena de orgullo. Eso sí, creo que tener fuertes raíces en España no depende ni de obsesionarte con nuestra historia, ni de arroparse con la bandera. Depende de poder aportar un valor añadido: ¿cómo podemos ayudar a que la vida de la siguiente generación de españoles sea mejor que la nuestra? Eso es ser patriota, independientemente de donde vivas.
Y de cara a los próximos años ¿Se anima a dar un consejo a las futuras generaciones?
Mi consejo para todos los jóvenes (que también le doy a mis tres hijos) es que se impliquen en la política. Que no se limiten a quejarse en las redes sociales de lo que va mal. Todo cambio real y substancial pasa por la política. Que cada uno encuentre su manera y su tiempo de implicarse, pero que lo hagan. E implicarse en política significa aceptar que hay que hacer compromisos: no hay nunca un partido perfecto, ni un líder perfecto, ni un momento perfecto.
Creo que la pasividad y apatía por la política ha sido uno de los grandes errores de mi generación. Y confío en que la generación siguiente se de cuenta de ello. A través de Inspiring Girls trabajo con muchísimos jóvenes, de muchos países, y veo unas ganas de avanzar, un compromiso social, una manera global de mirar al mundo y a la vez un realismo que son admirables. Si nosotros, los mayores, conseguimos no malograrles, va a ser una generación magnífica.