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Alberto Martín, Fotografías: Jesús de Miguel – 6 NOV 2019 a las 12:25 CET
Hace ya más de un año que Greta Thunberg escribió un tuit en el que animaba a dejar de hablar del cambio climático. Hay que hablar de emergencia climática, exclamaba. Hoy ya son pocos -«los mismos, más o menos que discuten que el hombre llegara a la Luna», como señaló Ramón Pueyo– que niegan la crisis climática. El debate hoy ya está, como afirma Fidel López Álvarez, presidente de la Fundación Hispano Británica, en qué medidas hay que adoptar tanto a nivel global, local e individual para luchar contra, en palabras de Francisco García Novo, el «asteroide humano que se está precipitando sobre el planeta«. García Novo, Pueyo y la profesora de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCM, Guadalupe Arce, participaron en la tarde del 5 de noviembre en el salón de actos de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense en el XXII Foro Hispano-Británico, organizado por la Fundación que dirige López Álvarez, y titulado en esta ocasión: «Implicaciones de la sostenibilidad medioambiental».
Tras escuchar las tres intervenciones, podría decirse que hay muchas noticias (evidencias) malas y alguna (casi más deseo que noticia) buena. Empezando por la buena, Ramón Pueyo, socio director del Área de Sostenibilidad de KPMG, cree, en consonancia con el libro póstumo de Hans Rosling, Factfulness, publicado el pasado año, que el planeta es a día de hoy «como un niño prematuro en la incubadora«, al que por suerte la medicación (medidas) que se le está dando están poco a poco haciendo que su situación mejore. Otra buena, aunque esta con trampa, es que, como explica el catedrático emérito de Medio Ambiente de la Universidad de Sevilla, Francisco García Novo, la biosfera está acostumbrada a sobreponerse a los desastres; es más la biosfera por definición «es intensamente cambiante». Pero por desgracia, cada cambio, cada adaptación de la biosfera es extremadamente lenta si se compara con la vida de las personas. Para recuperarse del choque del asteroide humano, con el García Novo ilustra los cambios que la acción humana está provocando en la Tierra en los últimos siglos, la biosfera necesitará un tiempo «que ninguno de los que estamos aquí tenemos».
¿Qué hacemos? Como apunta García Novo, el problema es aún mayor porque el piloto del asteroide es «neoliberal, prepotente y ciego, y lo poco que sabe es lo que ve en La 2, que está bien pero no es lo mismo». Guadalupe Arce pone nombre y apellidos al piloto: «nuestro sistema económico de los últimos siglos: el capitalismo«. Arce, integrante del Grupo de Investigación Energía Global y Economía Ambiental, publicó hace escasos meses en Nature Comunications un estudió en el que se cuantificaba la contaminación que generan las principales multinacionales estadounidenses. Ellas solas y las filiales que tienen repartidas por el mundo generan más contaminantes ambientales que la mayor parte de los países del mundo. Solo once estados contaminan más que ellas.
De acuerdo con la profesora Arce, ha sido la globalización la que ha multiplicado de manera exponencial las emisiones contaminantes en el planeta. Como ejemplo señala que en la fabricación de un Boeing 787 se utilizan piezas que proceden de 12 países diferentes, repartidos por prácticamente los cinco continentes. La realidad, según explica, en que el 70 por ciento de las emisiones contaminantes mundiales se deben a decisiones de producción no de consumo. Es por ello, por lo que el grupo de investigación en el que participa la profesora Arce -en el que se integran investigadores de la Universidad Complutense y de la de Castilla La Mancha- propone que las medidas sancionadoras que se establecían en el Protocolo de Kioto o ahora en la Declaración de París, no dependan del lugar donde se producen las emisiones o ni siquiera, como se tiende en estos últimos años a pedir, del lugar donde se consuman los productos en cuya fabricación se contamina, sino que se implique a las multinacionales en el control de la emisiones. De acuerdo con la profesora Arce, la finalidad no es sancionar a las multinacionales, sino hacerlas partícipes del cambio. «Las multinacionales pueden ser la llave para cambiar el mundo. Sus decisiones pueden cambiar el mundo», insiste. Arce concluye con un ejemplo simple de lo que está proponiendo. La medida la ha adoptado Burger King, que ha lanzado en algunos lugares del mundo el denominado «Meat free Monday». Los lunes la única hamburguesa que vende es vegana. Se llama Impossible Whopper y reta a que alguien diferencia su sabor con el de su Whopper tradicional.
Precisamente son estos guiños de las empresas las que hacen a Ramón Pueyo ser optimista. Cree que el primer paso es no criminalizar a las empresas o tener prejuicios sobre ellas. Lo segundo, eso sí, animarlas al cambio, a contar con la emergencia climática como uno de los factores más decisivos a la hora de adoptar sus líneas de negocio. Compara la situación con la evolución que la población mundial tuvo en apenas unas décadas en su consideración hacia el tabaco. En los 60 hasta algunos médicos decían que era beneficioso para la salud y hoy apenas nadie niega su evidente relación con el cáncer de pulmón. Las empresas ya están, a juicio de Pueyo, tomando como una prioridad el bienestar del planeta. Unas lo hacen por convicción, otras, dicho sea también, por coacción, y hasta por conveniencia, resuelta en forma de incentivos fiscales.
¿Hay que dejarlo todo en manos de las empresas? Está claro que no. Como insiste García Novo las respuestas deben ser globales, pero para activarlas hay que «presionar», tanto con movimientos sociales, manifestaciones, artículos científicos, etcétera, como con el ejemplo individual. «Un asteroide es muy difícil de frenar», concluye. La profesora Arce explica que en las próximas semanas su grupo publicará un nuevo informe sobre los efectos sociales (muertes en el trabajo, accidentes laborales, trabajo esclavo…) de la globalización. De nuevo las multinacionales están a la cabeza de los ránking mundiales. Está claro que queda mucho por cambiar.