Un viaje a la región de los Cotswolds, al oeste de Londres, entre bucólicas aldeas y escenarios reales de la famosa serie
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LONELY PLANET17 ENE 2019 – 08:05 CET
Mansiones a lo Downton Abbey, pueblos de la época de Shakespeare, acogedores hoteles boutique donde pasar noches al calor de la chimenea, salones de té rurales que inspiraron a Agatha Christie… Los Cotswolds, en el corazón de la campiña inglesa, están repletos de enclaves deliciosos y pueblos de piedra. Es una de las regiones más pintorescas de Inglaterra, perfecta para recorrer en coche, bien desde Londres (a dos horas y media en tren) o desde Bristol.
Podremos visitar algunas de las ciudades más cultas del país —desde Stratford-upon-Avon, cuna de Shakespeare, hasta la romana Cirencester, la monumental Bath y la erudita Oxford—, pero sobre todo disfrutaremos de un viaje en el tiempo por un territorio dedicado todavía (en un 80%) al cultivo. Si a esto le sumamos las sinuosas carreteras de los valles de Stroud o coquetas aldeas aquí y allá, podremos contemplar la esencia inglesa que todos tenemos en la imaginación.
Casas de cuento levantadas por tejedores, ganaderos y comerciantes entre los siglos XIII y XV gracias al entonces pujante comercio de lana —de ahí su nombre, cots (ovejas) y wolds (colinas)—, que han envejecido con elegancia y se han conservado prácticamente intactas. Y junto a ellas, hermosas iglesias consturidas en piedra caliza de color miel. Para explorar la zona conviene conducir sin prisas, descubriendo en cada curva rincones bellísimos que aparecen en mitad de la nada. Nada desentona, todo es armónico. Estas son algunas de las paradas que no defraudan a nadie.
1. Cheltenham, punto de partida
Para salir a la búsqueda de las mejores fotos de la campiña inglesa podemos arrancar en Cheltehman, pueblo balneario conocido sobre todo por los aficionados a las carreras de caballos. Conserva un aire refinado y elegante de sus tiempos en los que sus aguas termales rivalizaban con las de Bath, allá por el siglo XVIII, como destino vacacional predilecto para personas ricas y enfermas. Encontraremos buenos restaurantes, tiendas y hoteles estupendos, y merece la pena pasear y acercarse hasta el Pump Room, el edificio del balneario donde además de beber el agua salada de la fuente termal podremos disfrutar de otras actividades. Otra visita imprescindible es el hipódromo, que a mediados de marzo atrae a unas 40.000 personas para uno de los eventos más importantes de Inglaterra.
2. Painswick, el más bello de los Cotswolds
Siempre aparece en los listados de los pueblos más bonitos de Inglaterra y es la imagen idílica de las postales navideñas o de las cajas de chocolates: un conjunto de calles estrechas y empinadas en las que se suceden los cottages, una iglesia con un interesante cementerio, famosos jardines rococós del siglo XVIII (restaurados recientemente) y, en los alrededores, paseos deliciosos por las colinas de los Cotswolds. Y como punto final, una pinta en el centenario pub The Royal Oak, del siglo XVI, magníficamente rehabilitado. Muy cerca, en Cooper’s Hill, en Cranham, tiene lugar cada año (desde hace dos siglos) una curiosa carrera: la Cheese-Rolling, en la que los participantes corren —se caen y ruedan— por una empinada colina siguiendo un enorme queso Gloucester. ¿El trofeo de tal hazaña? El propio queso y la gloria de atraparlo.
3. Chipping Campden, armonía en la campiña
Es la imagen misma de la campiña inglesa, pero también una de las ciudades menos visitadas de la zona, una joya entre pueblos bonitos y recordatorio de cómo debió de ser la región hace siglos, en los momentos álgidos del comercio de la lana. Bucólica, con el color miel característico de los Cotswolds, resulta una especie de museo al aire libre donde no hay nada especialmente destacado pero todo resulta armónico y encantador: elegantes casas adosadas, antiguas posadas y viviendas históricas, presididas por la iglesia de St. James, del siglo XV. Es también uno de los pocos lugares donde aún quedan casas con tejados de paja, muy típicas pero difíciles de mantener. Afortunadamente, Chipping Campden no está invadido por los turistas aunque es muy popular entre los excursionistas que caminan a lo largo del Costwold Way.
4. Bibury, escenario de cine
Probablemente sea la localidad más fotografiada y una de las más bonitas. William Morris lo calificó como “el pueblo más bonito de Inglaterra”, y lo cierto es que gracias a una de sus calles, Arlington Row, en donde en otro tiempo vivían los tejedores de lana, se sitúa entre las más pintorescas. Esta empinada vía, con sus típicos tejados puntiagudos, es la prueba de que en los Cotswolds hasta las casas más modestas resultan atractivas. Bibury ha servido como telón de fondo para muchas películas y es inevitable sacar fotos. También vale la pena visitar el Molino Arlington, del siglo XVII, a un corto paseo de Rack Isle, un refugio de vida silvestre que se usaba como área de secado de telas.
5. Tetbury, reino de anticuarios
Para muchos, la joya de los Cotswolds es Tetbury, un pueblo que en otros tiempos fue un próspero centro comercial de la lana y hoy es un paraíso para los amigos de buscar tesoros en sus anticuarios. Hay muchos y a cada cual más interesante. Pasear por sus calles es todo un lujo, sobre todo si tenemos en cuenta que entre los vecinos de Tetbury también figuran muchos ricos y famosos. La iglesia gótica georgiana de Santa María la Virgen y María Magdalena tiene una gran torre y un maravilloso interior, que conserva los bancos originales. Desde ella solo hay un corto paseo hasta Market Square, plaza presidida por la Casa del Mercado, del siglo XVII. Un buen momento para visitar Tetbury es el último lunes de mayo, cuando se celebra la carrera de Woolsack, una forma para volver al pasado de la ciudad, o en agosto para el festival of British Eventing, en la finca de la princesa Anna. Su hermano mayor, el heredero príncipe Carlos, también tiene casa cerca de aquí, en Highgrove.
6. Broadway, elegancia británica
Un lugar típicamente inglés, con anticuarios, salones de té, galerías de arte y elegantes casas de piedra dorada al pie de un acantilado. Broadway ha inspirado a escritores, artistas y compositores de otras épocas, cuando era uno de los puntos clave en la ruta de Londres a Worcester, y fue durante años parada y fonda de antiguos comerciantes. Tiene una de las high street (calle mayor) más largas de Inglaterra, que parece un catálogo de casas de estilo Tudor o georgianas (siglos XII-XVII). Para dormir siempre podemos escoger un hotel medieval, como el Lygon Arms, y presumir de una habitación donde se hospedó incluso Oliver Cromwell. Merece la pena pasearse por la iglesia de St. Eadburgha, del siglo XII, en las afueras, y muy cerca se encuentra el pueblo de Snowshill, que puede resultarnos familiar: aparece en la saga El diario de Bridget Jones.
7. Cirencester, herencia romana
Sin muchas pretensiones, Cirencester resulta elegante y llena de encanto. Es una ciudad rica, basada como todas en su mercado, en este caso el Squire, corazón de la ciudad, rodeado por arquitectura victoriana y, en las calles cercanas, de edificios de varias épocas. En época romana (cuando la ciudad se llamaba Corinium), era la segunda capital de la isla despues de Londinium, en tamaño y en importancia. Queda muy poco de este periodo pero aún se pueden ver las ruinas cubiertas de hierba de uno de los anfiteatros más grandes de la ciudad. También tuvo su momento de esplendor en época medieval con el próspero comercio de lana, que financió la construcción de una iglesia soberbia. Hoy es la ciudad más importante del sur de los Cotswolds, y los animados mercados de lunes y viernes son tan importantes como las boutiques de moda que jalonan sus estrechas calles.
8. Stow-on-the-Wold, hogar de las ovejas-leones
En un bonito cruce de siete carreteras, a solo 15 minutos en coche desde Campden, Stow es la parada perfecta para comprar productos orgánicos o antigüedades. Es también el pueblo más elevado de los Cotswolds, y en sus colinas pastaban las mejores ovejas de lana, las famosas costwols lion. El pueblo, cuyo rincón con más encanto es la plaza del Ayuntamiento, acogía en otras épocas ferias de ganado donde esta especie bovina se cotizaban a precio de oro. Cercanos y también imprescindibles, los pueblos Upper y Lower Slaughter —en realidad son casi uno— invitan a caminar entre ellos para disfrutar plenamente de la campiña inglesa. Están a orillas del río Eye, con sus casitas al borde del cauce, y sus senderos están considerados como los más románticos de Inglaterra. Por último, a pocos minutos en coche, Bourton-on-the-Water (la llamada Venecia de los Cotswolds) está dividida por el río Windrush y su imagen más famosa es la de sus puentes de piedra en primer plano. Un pueblo que varios británicos famosos han elegido como residencia.
9. Coquetos hoteles rurales boutique
Una pista ideal para disfrutar del estilo de los hoteles boutique rurales en la campiña inglesa es alojarnos en Cowley Manor, en cuyos jardines se dice que Lewis Carroll conoció a Alicia Liddell, inspiradora de su famoso personaje. Incluso que fue durante su estancia en Cowley cuando escribió Alicia en el país de las maravillas. Más económico, The Green Dragon Inn, en un edificio del siglo XVII, es perfecto para una noche con chimenea y una visita al pub tradicional. En la aldea de Bibury encontramos también uno de los hoteles más idílicos de la campiña, el Swan Hotel, ubicado junto al río y frente a las suaves colinas de los Cotswolds. Una posada del siglo XVII convertida en hotel que ha aparecido en series como Downton Abbey.
10. El Gloucester de Harry Potter
Importante nudo de transporte en la época romana —era un asentamiento para legionarios retirados—, actualmente el tirón de Gloucester está ligado a Harry Potter, y no faltan en sus calles seguidores de la saga de J.K. Rowling en busca de algunas de las localizaciones que aparecen en las películas del joven mago (la autora nació muy cerca de allí), como la catedral y su claustro, claramente reconocible en las dos primeras entregas de la serie cinematográfica. Fueron los comerciantes medievales quienes financiaron la construcción del templo, una de las catedrales más hermosa de Inglaterra, cuyo claustro esconde una bóveda abanicada fabulosa. Dentro podremos contemplar la tumba de Eduardo II —gran reclamo de Gloucester en otra época— y en sus alrededores pasear por pasadizos y estrechas calles, así como visitar tiendas y salones de té. Los niños y los aficionados a la literatura infantil pueden conocer también el mágico mundo de Peter Rabbit en el museo dedicado a Beatrix Potter. El contraste a tanta magia infantil lo encontramos en Gloucester Quays, la zona portuaria, donde se han restaurado los antiguos edificios de ladrillo de los muelles, que acogen ahora comercios y restaurantes.
11. Winchcombe, senderismo en la campiña
Famosa por el castillo de Sudeley y sus impresionantes jardines, la pequeña Winchcombe es una referencia para senderistas, ya que aquí confluyen algunas de grandes rutas de la región: Costwold Way, Gloucestershire Way o Worcestershire-bound St Kenelm’s Way. Desde el pueblo se hacen pequeñas (y sencillas) caminatas por los típicos paisajes de la campiña, o uno puede entregarse al placer gastronómico en 5 North Street, restaurante con una estrella Michelin que ofrece comida tradicional británica con un toque francés.
12. Otras paradas interesantes…
Burford es un pueblo típicamente británico (y turístico) donde muchos se detienen a comprar en tiendas de firmas como Oxford Co. o Barbour. En Chipping Norton, cuyo encanto es menor aunque tiene lugares fantásticos, quizá podamos cruzarnos con alguno de los famosos que huyen hasta aquí desde Londres, como el ex primer ministro David Cameron. Un pueblo modelo de la campiña es Kingham, a pocos kilómetros de Chipping Norton, una hermosa aldea magníficamente conservada con casas de los siglos XVII y XVIII. Y si buscamos atmósferas más señoriales, como los escenarios de la serie Downton Abbey, hay que llegar hasta Bampton —Downton en la serie—, que acogió el rodaje, por ejemplo, de la boda de Lady Mary.