FHB entrevista a AURORA ZUBILLAGA, CEO de Sotheby´s España, Amiga de la Fundación Hispano Británica

Si oyes la palabra Sotheby´s y te imaginas a una persona rodeada de pinturas adjudicando una de ellas con una maza en una sala solemne, en realidad te estás perdiendo todo un mundo construido alrededor del arte desde 1744. Aurora Zubillaga, CEO de Sotheby´s España, con un acento entre latino y británico por su trayectoria personal y profesional, tiene todas las claves sobre ese mundo de belleza, exquisitez y también negocio. 


ISABEL AIZPÚN


Marzo 2023

¿De modo que ustedes no se dedican solo a las subastas?

La historia de Sotheby´s, de la casa de subastas, empezó por la iniciativa de un librero, Samuel Baker, en 1744. Baker comenzó en una tienda de libros, luego empezó a hacer subastas de libros, y pasó, más tarde, a conseguir colecciones particulares hasta que empezó a crecer mucho. En ese momento trabajaba solo libros y, de repente, amplió la actividad a organizar subastas con objetos, obras de arte. Ahí empezaría lo que es hoy el “core” de nuestro grupo. 

Un origen muy británico…

Sí, las raíces fueron muy inglesas y el feeling sigue siendo muy británico porque la tradición del subastador, que sigue siendo la esencia de Sotheby´s, es muy británica. 

¿Cuántas actividades más les ocupan?

Hoy en día somos, nos gusta llamarnos, un “art business”. No solo organizamos subastas; también ventas privadas, exposiciones, venta de coches antiguos, de vinos, de joyas… Creamos joyas y las vendemos. Ahora ese mercado ha evolucionado y ya no se trata del subastador tradicional que iba a casa de una señora mayor y le decía cuánto podía costar su tacita de café y que la vamos a vender en una subasta como un objeto a un público que se llevará quien dé la máxima puja. Hoy en día hacemos todo tipo de ventas de negocio relacionadas con el arte, pero, realmente, las subastas siguen siendo el emblema de la casa. Siguen siendo la parte pública por la que se conoce a Sotheby´s y que nos recuerda sus orígenes con un señor que empezó a subastar sus libros.

¿Después de haber dirigido muchas subastas, sabrá muy bien cómo controlarlas? ¿Surgen muchos imprevistos “en directo”?

Tenemos todo tipo de categorías y se celebran dos o tres al día; en alguna de las ocho sedes de Sotheby´s: Nueva York, Londres, Ginebra, Hong Kong, Francia, Italia, Zurich y Colonia. Cuando estás al frente de una subasta, creas el catálogo, expones las obras unos siete días antes y ya acudes con cierto control sobre qué va a tener mucho interés y qué no, qué obras parecen caras, cuáles van a estar bien de precio y van a tener muchas pujas. En el momento de la subasta los especialistas ya tienen las riendas de ese lote que no se va a vender porque nadie ha preguntado por él o de ese cuadro que se va a adquirir por diez veces su precio porque lo quiere menganito… sí se sabe un poco cómo va a transcurrir, pero siempre hay ese margen de sorpresa, porque no lo podemos controlar todo y puede ir un señor y pujar en el momento… y no sabes por qué. Así que digamos que todavía hay una gran parte de magia en las subastas que yo creo que es lo bonito.

Usted ha vivido en México, Estados Unidos, Londres y ahora Madrid y en un ambiente creativo y artístico. Eso quizá predispone, pero ¿cómo se llega a ser un experto en una disciplina tan difícil?

Yo nací en Mexico, de padres españoles; a los 3 años nos mudamos a Estados Unidos y volví a España con quince años. Me dediqué al interiorismo durante ocho años y, cosas de la vida, mi padre me sugirió seguir algún curso de Sothebys, porque Sotheby´s también tiene un instituto. Me encantó y me quedé a hacer prácticas en Londres, en el departamento del siglo XIX. Casualmente la persona que se encargaba de esa época se marchaba y me quedé en su puesto. Estuve cinco años en Londres y cambiaron el equipo en España y me apeteció volver en el 2003. El especialista siempre estudia historia del arte, pero depende del especialista que eres. Los que se dedican a pintura antigua, por ejemplo, han estudiado historia del arte y muchos doctorados; siempre hay alguna vinculación con historia del arte. En otras categorías aprendes por experiencias. Si tienes un ojo formado por lo que has visto durante toda tu vida y te gusta, vas entrenando el ojo.

Cuando le llega una obra y tiene que valorar su calidad, ¿hay mucho de intuición?

Hay mucho de corazonada. A lo mejor en ese momento exactamente no sabes qué es, no sabes si es flamenco, español o francés, pero tu ojo sí te dice que es de calidad; sí sabes hacer ese primer criterio y ver que ahí tienes algo en lo que hay que ponerse a escarbar un poco más hasta lograr saber qué es. 

Seguramente el covid y el confinamiento habrá supuesto un tsunami en el mercado del arte como en otras actividades

Sí, desde luego. El cambio principal en ese momento ha sido poner a prueba todas las iniciativas digitales en las que ya veníamos invirtiendo desde hace años, la innovación en el mundo digital, porque las obras no podían viajar y la gente no podía viajar a ver las obras. ¿Cómo le vendías a un señor un Goya que estaba en Nueva York? Pusimos en marcha todos los avances digitales que han abierto mucho más el mercado. Ahora, desde tu casa de Hong Kong puedes estar comprándote un cuadro en París con 100.000 cámaras que te permiten verlo por delante, por detrás, por escala, con un simulador que te lo sitúa en la pared de tu casa…

Eso ha abierto el mercado a personas que antes no participaban en subastas porque pensaban que solo podían intervenir en la subasta en una gran sala llena de miles de personas y levantar la mano y decir “quiero comprar ese cuadro.” Pero resulta que ahora lo puedes hacer desde cualquier parte del mundo mientras estás jugando al golf o pescando en Bahamas. Hay mucho comprador nuevo, principalmente de países que antes habían estado un poco fuera del mercado, principalmente en Asia, Oriente Medio, Latinoamérica… gente que son nuevos en el mercado y de esos nuevos hay mucha gente joven, por debajo de 40 años, principalmente asiáticos que mueven mucho dinero, millonarios jóvenes que no habían entrado en la parte de coleccionar o comprar como inversión porque esas dos tendencias se mezclan.

¿Esos jóvenes tienen más interés por el arte que por la tecnología?

El arte proporciona estatus. En ciertos niveles necesitas demostrarlo y eso ocurre en ocasiones con estos compradores nuevos con poder adquisitivo muy alto. No es el coleccionista tradicional que empieza comprando una cosita gráfica y le gusta y, luego con el siguiente ahorro, me compro una tela. No es ese proceso de crecimiento, sino que entran a lo grande. Lo que pasa es que el arte engancha, es algo adictivo y si tienes siete piezas de repente dices “nunca he vendido” voy a probar a ser vendedor.

¿A menudo siente desconfianza cuando recibe una obra?

Sí hay muchas falsificaciones, en todas las categorías. Siempre tienes que asegurarte. Las grandes obras siempre están catalogadas y hay grandes expertos externos detrás. Tú tienes un Picasso y a menos que te lo certifique el comité Picasso, no lo podemos vender. Las cosas principales tienen su “expertise” externo; luego tienes que chequear si la tela coincide con la fecha que se supone que tiene que ser el cuadro, si el craquelado parece antiguo… Hay cuadros que los meten debajo de lámparas para secar el lienzo y que parezcan craquelados antiguos y son de hace dos años. Ahí está el ojo del experto, confirmar bien los datos y asesorarte con toda la literatura: publicaciones, catálogos razonados…

Un mundo muy absorbente ¿no?

Lo cierto es que ha cambiado mucho. En los 23 años que llevo en Sotheby´s ha cambiado mucho el volumen y la manera de trabajar. Antes las subastas tenían menos lotes, el trabajo era más manual, más del experto, Podías ir a la biblioteca de Londres o al Prado, pero hoy ha crecido todo tanto. Vendemos todo y, a lo mejor estás en un momento valorando una joya y, en ese momento, te entra una pintura antigua. Sobre todo, en las oficinas regionales. Nosotros, al no vender aquí, estamos captando obra de todas las categorías en España, obras que van a esos ocho países donde se hacen subastas de modo que estás un día metiéndote en una valoración de joyas y de repente entra el señor al que hiciste la valoración de obra gráfica antes de ayer. Tienes que estar “multitask” y eso ha cambiado mucho porque era mucho menor el volumen de obras que tocábamos.

¿Hay mucha diferencia entre el mercado británico y español?

Londres es un mercado muy internacional porque tiene gran cantidad de culturas y de coleccionismo. Londres y Nueva York son las matrices. En Europa es el más importante. El mercado español es una parte de ese mercado internacional que ofrece la sede de Londres. Nosotros, por ejemplo, hicimos subastas de pintura española en Londres durante muchos años y el propósito era sacar la pintura de España y darla a conocer en una plataforma internacional y, por otro lado, procurar que las obras españolas que llegaban a Londres de otros países pudieran volver a compradores españoles. Una doble función. En Londres, el nivel de los aficionados es muy alto. Se venden de todas las categorías en un nivel muy superior. El mercado español es una parte pequeñita de ese mercado de Londres. 

En España hacíamos subastas hasta el 98; era un Sotheby´s muy distinto. Se captaban obras, se hacían subastas superelegantes en el Ritz, pero luego la compañía decidió en lugar de veinte subastas en país pequeño, mejor centrarlas en los grandes.

¿Vivir tan rodeada de arte te lleva a sentirte en un mundo paralelo, un poco alejado de la realiad?

La verdad es que trabajas con objetos maravillosos, con arte, con la posibilidad diaria de estar viendo un Zurbarán o un diamante cashemire… Todos los días estás con objetos que son fascinantes y te alegran la vida y te enriquecen como persona, pero la verdad es que no vivimos en un mundo paralelo. Habrá alguno que sí… pero la gran mayoría tenemos los pies bien en la tierra, llegas y cambias pañales y haces la cena. Sí diría que muchas de las personas que trabajan en Sotheby´s tienen una orientación estética especial, el arte forma parte de su vida y si se van de vacaciones les encontrarás en museos antes que de compras. Cuando yo viajo, lo primero es el arte; las compras… de camino, si hay tiempo. En ese sentido, sí forma parte de tu vida.

¿Con tantos años de dedicación al arte, se tienen tentaciones de probar como artistas, de pasar al otro lado?

Como artista no, pero como comprador o coleccionista, sí. Pero pocas veces lo hacemos. Como artistas no, porque hay que recordar que Sotheby´s vende mercados secundarios. No vendemos un cuadro pintado antes de ayer, tiene que haber pasado ya por una venta de una galería y haber sido ya comprado por un cliente que nos lo trae a nosotros. No somos mercado primario, como es una galería que ofrece tu obra a un coleccionista. Nosotros la recibimos de un coleccionista que la ha comprado en una galería. Somos “secondary market” como ya se empezó con incunables del siglo XVII. No estamos metidos en el artista de hoy mismo, aunque hoy en día lo que se busca es lo contemporáneo, es lo que la gente quiere comprar. 

Parece ser que no hay crisis para el mercado del arte.

El año pasado, en 2022, se vendieron 8 billones de dólares: entre ventas privadas, subastas, coches, real state que también hace subastas, vinos… Fue un año muy sólido por esos mecanismos que mencionaba que se pusieron en marcha y todavía arrastraba el covid. Ahora el arte incluye productos digitales como los NFTs, arte digital que tiene una manera de proteger la propiedad o autenticidad a través del blockchain. Eso es lo más innovador. Alguien crea una idea y compras ese producto digital que luego lo puedes aplicar de alguna manera en tu entorno. Hay muchos artistas que no prosperarán, pero otros que sí y eso es una nueva forma de coleccionar. no lo tienes colgado en tu casa, pero tienes los links, las licencias. Lo principal es la codificación de esa seguridad y autenticidad porque es una informática inquebrantable que impide falsificaciones o reventas.

Veremos cómo serán las cifras de 2023. Hoy en día el lujo incluye joyas, bolsos de Hermes, vinos, coches, subastas de relojes… hasta zapatillas de deporte como las de Michael Jordan que se han vendido por un millón de dólares… Todo lo que no es obra de arte es lo que más ha crecido. Un sector que ha triplicado cada año. La gente quiere distinguirse y tener un trocito de lo que fue esa persona. No es la zapatilla en sí, sino la zapatilla que utilizó Michael Jordan, se sienten un poco dueños de su persona. Es fascinante ver cómo funciona…