Redacción/Agencias


4 de abril de 2021

La remera madrileña, de 25 años, está en pleno doctorado de neurociencia computacional

La embarcación de Cambridge, con la participación de la española Adriana Pérez Rotondo, se impuso a la de Oxford en la prueba femenina de la mítica regata que se disputó en esta ocasión en el río Great Ouse, lejos de su escenario habitual, el Támesis, debido a la pandemia y a problemas en un puente de Londres.

En pleno doctorado de neurociencia computacional, la madrileña, de 25 años, que llegó hace tres años al Reino Unido, se convirtió en la primera española que gana la mítica carrera, que este año celebró la 165ª edición. 

Pérez se impuso con Cambridge junto a Sarah Portmsouth, Abba Parker, Caoimhe Dempsey, Anouschka Fenley, Sophie Paine, Bronya Sykes, Sarah Tisdall y la timonel Dylan Whitaker en la primera vez desde 1944 en la que la mítica prueba se disputa en este río, cerca de Cambridge.

El ocho de Cambridge controló la prueba y, aunque la embarcación de Oxford se puso en cabeza a mitad de regata, las ganadoras recuperaron el mando y en el tramo final hicieron valer su fortaleza para vencer por menos de una eslora. Por su parte, el triunfo de la embarcación masculina completó el doblete para Cambridge. Las pruebas se disputaron en este escenario por primera vez desde 1944, en Ely, cerca de Cambridge, sin público por la covid-19.


Irma Cuesta


8 de abril 2019

Aunque es probable que Adriana Pérez Rotondo (Madrid, 23 años) haya soñado mil veces con ser la artífice de un gran descubrimiento científico que ayude a la humanidad a seguir avanzando, posiblemente nunca imaginó que entraría en la historia de Cambridge apenas unos meses después de llegar a la que ha sido la cuna de ochenta Premios Nobel y al menos treinta y ocho jefes de Estado y de Gobierno, incluidos quince primeros ministros británicos. Adriana se convirtió el domingo en la primera española en formar parte del equipo ganador de la competición universitaria más famosa del planeta: la regata que desde hace 190 años enfrenta a Oxford y Cambridge. Hija de científicos españoles, alumna del Liceo Francés, licenciada en Matemáticas y Física por la Universidad de Columbia (Nueva York) y máster en Matemáticas y Física Teórica, Adriana posee un expediente tan fantástico que hizo que ambas universidades lucharan para conseguir que aceptara una beca y siguiera formándose con ellos. Alumna del doctorado en neurociencia computacional, la joven ha demostrado que, además de una mente privilegiada, posee esa fortaleza y disciplina que solo están al alcance de los grandes campeones.

Solo así se explica que la española lograra un puesto en la tripulación del segundo barco femenino de la mítica regata en apenas unos meses. Porque, antes de llegar a Cambridge, Adriana nunca había practicado remo. Ella misma ha contado, en una entrevista al diario ‘Marca’, que se apuntó al equipo hace poco más de un año cuando llegó para cursar el máster de Matemáticas y Física Teórica porque le pareció una buena forma de conocer gente e integrarse. El resto ya es historia: después de meses de entrenamiento y un duro proceso de selección, fue reclutada para la tripulación del segundo barco, el ‘Blondie’, y su objetivo ahora es conseguir estar el año próximo en el primer equipo, aunque el proceso sea duro y la competencia, infernal.

Desde que se convirtió en una joven promesa del remo, su despertador suena todos los días a las cinco de la mañana para ir a entrenar. Ella misma ha contado que, después de echar el resto durante un par de horas en las aguas del canal, a poco más de 15 minutos de Cambridge, una ducha le basta para cambiar el chip y centrarse en la que realmente es su pasión. De nueve de la mañana a cinco de la tarde Adriana se calza la bata y se abre paso a través de la biofísica, la ingeniería eléctrica, las ciencias de la computación y las matemáticas, porque esas son, al fin y al cabo, las armas de lo que se conoce como neurociencia computacional. Cuando acaba, al gimnasio. Toca hacer pesas y trabajar con la máquina de remo durante algo más de una hora. Un esfuerzo enorme que le merece la pena. «Cuando cruzas la línea de meta lo primero que sientes al parar de remar es dolor y, después, una felicidad increíble. No puedes parar de sonreír», ha contado la campeona, que confesó estar, antes de la regata, más inquieta que en un examen. «Nunca he estado tan nerviosa».